A partir de los 30 años, las células que forman hueso se vuelven más lentas, pero la pérdida ósea no es inevitable. El exceso de azúcar, cafeína, alimentos ultraprocesados, el estrés crónico y la falta de sol aceleran el desgaste, mientras que una buena alimentación, movimiento y descanso lo detienen. La medicina convencional suele promover dosis altas de calcio (especialmente carbonato de calcio), que puede calcificar los tejidos blandos en lugar de fortalecer los huesos. La verdadera salud ósea requiere magnesio, vitamina D3, K2, colágeno, sílice y boro, que ayudan al calcio a llegar al lugar correcto.
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